jueves, 30 de julio de 2009

45 ¡GRANDE PIPA!


El Fanático Escarlata saluda al ¡Grande Pipa! y se enorgullese de tenerlo como uno de sus más grandes idolos... Hincha americano, te invitamos a descargar este poster homenaje a uno de los más grandes defensores de nuestra divisa.

¡Aguante y Gloria al rojo!

lunes, 6 de julio de 2009

FANATICO ESCARLATA 05/ Edición Retro

fanatico5

El Fanático Escarlata agradece a todas aquellas personas que participaron y apoyaron este proyecto gráfico. Esperamos esta publicación sea de su agrado y no olviden escribirnos, sus opiniones y comentarios son muy importantes para hacer crecer día a día nuestro trabajo.

Hace casi ya tres años iniciamos este proyecto. Nuestro deseo era que la Edición Retro, el quinto número del Fanático Escarlata, se editara en el año 2.007, con motivo de los ochenta años de nuestra amada institución, es por ello que en algunos textos se encontrará un cierto tufillo conmemorativo; sin embargo la ubicuidad de los miembros del Colectivo Diaboló (Valencia, Barcelona, Cali) dificultó mucho el proceso creativo de esta revista.
Con cada número hemos intentado superarnos, y la edición que ustedes están viendo pretende tener una calidad editorial digna de nuestro equipo y de su hinchada. Es por ello que dejamos atrás la etapa del fanzine (que tantas satisfacciones nos dio) para evolucionar y convertirnos en una revista, con todo lo que ésto implica. Este número fue proyectado para imprimirse en papel de lujo, a full color y con un formato más maduro. No obstante, los preacuerdos establecidos con algunos de nuestros posibles anunciantes y colaboradores no se cumplieron por asuntos de diversa índole. Lamentablemente el Colectivo Diaboló no cuenta con los recursos suficientes para publicar de manera autogestionada una revista de estas características y por ello, hasta ahora, no se ha podido llevar al papel.
De todos modos no queríamos que el trabajo apasionado de todos los fanáticos escarlatas que colaboraron en este número quedara sin difusión y escogimos internet como una forma de darlo a conocer. Esto tiene sus ventajas y sus desventajas: por un lado la visualización de la revista no será la misma en el formato digital, pues como ya se explicó fue concebida para ser publicada en papel, pero por otro lado no tendremos los problemas de distribución que siempre hemos tenido y más personas de la Nación Escarlata tendrán acceso a este número.
Desde ya estamos trabajando en la Edición Fetiche, esperamos que la colaboración para ese número sea tan prolija como lo fue para éste; deseamos también que la Edición Retro sea de su entero agrado y que sirva como un ejercicio de recuperación de la memoria, que ayude a ahondar nuestras raíces como hinchas americanos y permita enorgullecernos cada vez más de nuestra nunca bien ponderada Mechita.

Aclaramos que la lucha por imprimir este numero continua siendo una constante, si conocen alguna forma para lograrlo no duden en escribir.

Colectivo Diaboló

domingo, 5 de julio de 2009

LA RESPUESTA


Foto: Fernell Franco q.e.p.d.
Por: Sherpa


Esta es una respuesta que no necesitamos dar. Es una respuesta a una pregunta atrevida que hemos tenido que soportar por años y que nunca nos importará responder. Es la pregunta de los amargados que buscan que nosotros, los que vivimos felices y orgullosos de ser lo que somos, nos rebajemos a su tristeza y mediocridad. Es la pregunta inspirada por la envidia que no soporta que otros festejemos con la seguridad de saber de dónde venimos y la ansiedad valiente de presentir para dónde vamos. Es la pregunta de los ignorantes que sufren el dolor de no saber quienes son y de no poder encontrar su lugar en la historia. Es la pregunta-esfuerzo-desesperado de aquellos que llenos de ira y tristeza quieren untarnos de su frustración.
Pero hoy la respondemos. Por lástima y no por necesidad. Porque el responderla nos hace más grandes y a ellos más pequeños. Porque cuando uno está seguro de estar en el lugar que le corresponde, se puede dar el lujo de hablarle y enseñarle a los demás. Porque la ignorancia ajena después de todo, acaba por perturbar la existencia de todos.
Esta es la respuesta a su pregunta. Espero que puedan soportar el peso de su verdad:
Somos hinchas del América. El equipo más popular de Colombia. La única hinchada que conoce por qué existe y qué representa la camiseta que ama. Nosotros sabemos que nacimos en el corazón del barrio caleño. Espontáneamente, como nace el amor verdadero. Sin planearlo. Por eso somos diferentes. Porque nuestro origen está ligado al juego mismo. Al placer de jugar al fútbol por jugarlo. Por pasar la tarde con los amigos del barrio. ¿Los demás? ¿Ustedes? Ni ustedes mismos saben cómo ni por qué existen. América fue un equipo de muchachos amigos que desde los primeros juegos a comienzos del siglo veinte contó con seguidores que se subían a los árboles alrededor de la canchita para alentarlos. Tuvimos la primera barra de hinchas, la de los Guásimos, muchísimo antes de que siquiera existieran los demás equipos colombianos. Desde siempre fuimos el equipo del pueblo, que siempre ha sido y será la mayoría. Siempre hemos sido más que un equipo. Somos la representación de millones de personas. Somos un símbolo. Un sentimiento.
Nacimos en un país latinoamericano, donde las minorías pudientes decidieron desde hace décadas que su misión no era aprovechar su posición, poder y educación para hacer de la nuestra una nación justa donde todos pudiéramos vivir con decencia, si no acumular cada vez más dinero y tierras y así hundir a millones de compatriotas en la miseria e ignorancia. De esta forma se aseguraron el separarse cada vez más y partir el país en dos, uno que vive en la miseria física y otro que vive en la miseria moral.
El otro equipo de la ciudad por el contrario, tiene una historia patética y amarga. Nació en una oficina elegante durante una reunión de un puñado de extranjeros y colombianos millonarios. Artificialmente. Todo planeado con un fin. El mismo fin que ha mantenido a nuestro país en guerra: Separarse del pueblo para luego arrebatarle lo poco que tenga. Cuando se decidió que Colombia iba a tener un campeonato profesional de fútbol, la ciudad de Cali tenía dos equipos. El América y el Boca Juniors. El primero con gran arraigo entre los pocos barrios existentes. Era el equipo de la mayoría. Esa gente que por su trabajo, su herencia o ambas, tenía la piel oscura. La minoría blanca y acomodada de la ciudad no soportaba la idea de tener que mezclarse en la tribuna del estadio con la mayoría mulata, mestiza, negra o indígena. No solamente por los colores si no también por su pobreza. Así que fundaron un tercer equipo para ellos. Uno que dejaría bien claro que Colombia no es un país si no dos y que el triunfo y la alegría era propiedad de unos pocos. Con los años, el Boca Juniors desfallecería ante los ataques de los dueños de la ciudad y el América se sostendría colgando del amor y la pasión de su gente.

El campeonato colombiano se creó, como se crearon los olímpicos y los mundiales de fútbol, no para “hermanar a los pueblos y compartir la paz y la sana competencia” si no para ratificar ante las multitudes la realidad del mundo: Unos pocos, los ricos, tienen el derecho a la felicidad y a la victoria y los demás a la humillación y la derrota. De esta forma, los títulos se los repartieron tres equipos. Los dos representantes del poder de la capital, y el equipo verde de Cali, representante de la clase social alta de la región. Los señores de los ingenios azucareros y sus plantaciones. Industria que prosperó gracias a la sangre del indígena que fue masacrado para robarle la tierra y del negro que fue esclavizado sin piedad. De los casi treinta campeonatos jugados hasta la década de los setentas, 22 fueron ganados por estos tres equipos. Nadie dijo nada sobre las diferencias abismales entre los presupuestos de estos tres clubes y las de los demás. Nadie habló sobre cómo prestaban sus jugadores a los otros equipos bajo condiciones de sumisión. Nadie denunció que los calendarios se acomodaban para que fueran convenientes a ellos. Un ejemplo contundente de que Colombia es un teatro grotesco donde la mayoría asistimos para ver la comedia que hace felices a unos pocos.
Una vez más nos dejaron bien claro que ellos son los dueños del país y nosotros estamos para servirles.
Pero como siempre ha sido en nuestro país, cuando la trampa la hacen los ricos, cuando la meta es que todo siga igual. Los medios no solamente no denuncian si no que enaltecen esos logros disfrazando el engaño, el abuso y la humillación con los trajes de la honestidad, la victoria y la nacionalidad. Convierten lo que en realidad es el triunfo de unos pocos construido sobre la tristeza de muchos en una falsa victoria colectiva, manipulando a la gente para que se alegre del éxito ajeno que es en realidad su propia derrota diaria. Pero llegaron los ochentas y el equipo del pueblo se cansó de jugar limpio mientras esos tres planteaban un juego desigual e injusto. Entonces la hipocresía se rasgó las vestiduras. Mostró su pecho limpio de pecado y movió a sus perros de los medios para que propagaran la noticia: Solamente cuando gana el poder, el triunfo es legal. Porque no se podía soportar que el equipo de los pobres, ese que era la burla cada semana porque tenía que jugar con uniformes rotos, ese que estaba destinado a perder siempre pues las reglas decían que no podía ganar, ese que con su humillación confirmaba el orden del país, un día ganara y estremeciera la estructura que mantenía el país dividido en dos. Y peor aún, todo se podía venir abajo porque esa Mechita, no se conformó con saborear el triunfo una vez si no que aprovechó el sueño del patrón y acumuló tantas victorias que la gente se olvidó de los grandes de antes. Un nuevo orden pareció nacer. Uno donde extrañamente los de abajo. Los oscuros. Los ignorantes, tristes, enfermos y pobres podían estar arriba, brillar, ser sabios, felices y ricos de victoria. Todo estaba patas arriba. Fue una revolución y la hizo posible el equipo pasión de un pueblo. ¿Por qué cuando el rico hace trampa para hacerse más rico, cuando usa su dinero para formar ejércitos personales para desplazar y esclavizar y cuando usa todo ese poder para triunfar y humillar está bien? ¿Por qué cuando el pueblo decide jugar el juego con las reglas del otro para sentir por una vez lo que es estar arriba, está mal?
Los americanos sabemos muy bien lo que somos. Sabemos que no estamos invitados a los clubes sociales. Sabemos que nuestra camiseta nunca será la de unos pocos que se reúnen alrededor de unos saunas y unas piscinas para hablar de todo menos de fútbol. Sabemos muy bien que no queremos ser así. Porque nuestra pasión no está en los edificios de un club. Está en la calle. Está en el triunfo de los que nacieron para perder. Sabemos lo que hicimos y no nos da vergüenza. Porque el otro jugó sucio durante décadas y creó un juego donde no se puede ganar de otra forma. Porque somos la alegría de la mayoría y no hicimos trampa. Simplemente recuperamos lo que nos robaron. El derecho a festejar.

Después de todo, ¿qué es peor, ser hijos de la industria del azúcar, producto del asesinato en masa del indígena y la esclavitud sangrienta del negro por décadas, o haber permitido la entrada de dineros producto del envío de drogas a aquellos países que desde siempre nos han robado nuestros recursos naturales y han presionado para mantenernos en el atraso? Ustedes juzguen.
Somos fieles a nuestro origen de barrio. Tal vez posean nuestro tiempo de ocho a cinco pero el corazón y su sentimiento es del Rojo. Porque el triunfo del América no es el de un equipo de fútbol sobre otro, es el de uno de los dos países que forman a Colombia. Es un cambio de planes. Es la esperanza de que las cosas no tengan por qué ser así todos los días.
A ustedes, los que nacieron en el barrio y siguen al otro color, les han hecho creer que son del equipo de los correctos. Del equipo que merece ganar. Que tiene el derecho divino a ser el primero y que nosotros somos los ladrones que perturbamos el plan. Hoy es hora de que entiendan que nosotros estábamos aquí primero. Nuestra Mechita nació primero. Su gente, su hinchada lleva aquí casi noventa años. Por eso siempre seremos más. La piel de la gente que vivió aquí primero fue color cobre. A nosotros nos robaron con muerte y mentira el derecho a ganar y hoy lo recuperamos. No importa cómo. Se creyeron lo que les dijeron en la radio y la televisión. Una vez más les metieron el dedo a la boca. Su tiempo y corazón le pertenecen al mismo amo que firma sus cheques cada quincena.
Pero tristemente, el orden parece regresar. Con engaños y distorsiones de la verdad. Con la eterna hipocresía colombiana, se ha aplicado el rigor de la ley al equipo del pueblo con el único fin de regresarlo al fondo. Esa ley que no nunca aplicó para el rico. Y la gente, luego de años y años de mentiras en los medios, cree que eso debe ser así. Mientras el equipo de los industriales antioqueños que dieron vida a los ejércitos ilegales de paramilitares gana bicampeonatos, La Mechita, una de las últimas esperanzas del pueblo es aplastada por el dedo del poder extranjero. Ustedes con su hipocresía contribuyen a su misma miseria. ¿Por qué se escandalizan con las victorias de la pasión de un pueblo pero celebran con complicidad los triunfos de la selección que no tendría tal calidad de jugadores si no fuera por los dineros de negocios ilegales? Nos dicen descaradamente que sintamos vergüenza por ser del Rojo pero ustedes aún no renuncian a la nacionalidad colombiana cuando el país es obviamente gobernado y dominado económica, social y culturalmente por los narcotraficantes. De ahí su amargura. Porque su vida es una contradicción sin salida. De ahí nuestra gloria. Porque sabemos lo que somos y somos fieles a ello.
Mientras nuestra gente tenga claro que el Rojo es lo que es, no habrá forma de extinguir la llama de la pasión americana.
Esta es tu respuesta. Por eso somos del Rojo. Por eso somos felices. Porque sabemos lo que somos. Porque nuestra alegría no depende del resultado de un partido o un torneo. Porque independientemente de todo, siempre estaremos en el lugar que nos corresponde y defendiendo lo que somos. Por esa misma razón ustedes viven en la amargura. Porque no saben lo que son. Porque les dijeron qué hacer y lo hicieron y ahora duele mucho entenderlo. Porque son esclavos con cadenas largas que se creen libres. Porque son una mentira.