martes, 26 de febrero de 2008
viernes, 22 de febrero de 2008
AMÉRICA CUESTIÓN DE PIEL
LA GUERRA DE LOS CANTOS
De repente se oyeron unos gritos en una colina; luego otros más allá, después otros, y a manera de un eco múltiple, en el valle y en los cerros fue repetida aquella grita espantosa. Era como un alarido formidable, y al mismo tiempo como un grito de guerra. Lo daban millares de voces, y duró horas enteras. Los pobres conquistadores tuvieron que permanecer en vela toda la noche. ¿Era aquella una señal de ataque para caer sobre ellos, o sería el gigantesco gemido que lanzaba una raza al ver hollado su suelo…?
Los hombres de El Dorado
Eduardo Posada
Por Eskupa
Refieren muchos historiadores la especial forma de combate que preferían los Muiscas, el pueblo precolombino más organizado del territorio que hoy es Colombia, para dirimir sus enfrentamientos entre vecinos. Incluso algunas de sus guerras fatricidas más grandes (que también las había) no llegaron al baño de sangre, supuestamente inevitable, gracias a esta práctica incomprendida por los españoles pero temida por las tribus más feroces de las tierras más bajas. La “grita”.
Con sólo demostrar la capacidad de aguante de su aliento, y permitir calcular al enemigo el número de voces que poseía su ejército, los Muiscas lograban disuadir a quienes los enfrentaban, de buscarle males al cuerpo.
El caso con los europeos fue diferente. Ignorantes de cálculos y desesperados por obtener riqueza; los chapetones armados de perros de guerra, pólvora y caballos cargaron contra las huestes Muiscas. Pero sobre todo, del arma más temible que traían, la codicia. Los Muiscas confundieron esta ignorancia atrevida con valentía, y esas cabalgaduras y rostros barbados con monstruos y demonios. Nos vencieron.
Cuando era apenas un niño, visité por primera vez el Pascual, en un clásico de por allá de principios del 80. Mi corazón ya era escarlata, y mis ojos nunca habían visto (o por lo menos no lo recordaban) al equipo jugar en carne y hueso. Pero lo que mas me impactó de aquella tarde inolvidable, fue escuchar por primera vez a miles de personas corear:“¡América, América!”
Es un sonido difícil de describir; a pesar de parecer unísono, pues todas las voces tratan de coincidir en tiempo y volumen, se sabe que son miles…decenas de miles de voces. Y es especial descubrir, como yo lo hice, que una pequeña e insignificante voz desafinada e infantil como la mía, sumada a la gran tromba de norte (en aquella vez), daba potencia a un entonado “¡Dale Rrrrooooooojooo…!”
Tenían que ser muy brutos y enceguecidos los pobres ciento y pico de españoles, para no temer el rugir de 170.000 hombres que bramaban en la víspera de su llegada a la sabana de Bacatá.
Años después regreso del servicio militar, y me encuentro con un puñado de locos, sobrevivientes de La Furia, que no necesitaban en principio de un bombo para hacerse oír. Cantábamos lo que la doce y los de abajo inventaban, adaptando los nombres de nuestros amores y odios, y poniéndole un poco del swing que ya era típico de norte. Los cantos se hacían cada vez más propios, y se inventaban algunos nuevos con los ritmos del punkrock y el ska del sur.
Para entonces, los rivales de patio no tenían voz, al menos nada que valiera la pena, o que alcanzáramos a escuchar desde su natal oriental. El público de ambas escuadras, reconoció la fuerza de esta nueva forma de aliento, y el Barón (aún novato para entonces) se ganó el respeto de todos. O de casi todos.
Sólo un puñado de ignorantes y de codiciosos podría, cambiando su respeto en miedo, intentar la absurda campaña de enfrentarse a esa voz con violencia.
Fue así como después de un clásico, esperando en la puerta vehicular de sur a que saliera el bus del equipo victorioso, que conocimos la violencia entre barras; cuando una facción de ilusos desesperados pretendió apedrear la inspiración de nuestros cantos y a nosotros de paso. El saldo obviamente, fue una manada de locas corriendo despavoridas ante el contraataque escarlata, y un enfrentamiento más con los otros verdes tráfugas y vendidos de casco y caballo. Nosotros ya sabíamos que los caballos y los tombos no son un solo cuerpo. Los Resistimos.
Mucho tiempo ha pasado. Muchos cantos nuevos se han creado, últimamente de total inspiración Americana. La fiesta cada vez es más grande, e incluye toda una banda sonora de 105 minutos y más. Los pulmones y gargantas no se han callado, ni ante las derrotas, ni en las tierras extrañas. Ni ante los gases lacrimógenos, ni ante las crisis totales.
Aún algunos desesperados buscan infructuosamente, derrotar con violencia lo que no pueden vencer con el aliento. ¿Hasta cuándo entenderán que basta con escuchar para saber que pierden? ¿Cuándo entenderemos al escucharnos, que somos más que garrotes, perros, caballos y pólvora? Los Venceremos.
“…Cantos de guerra y paz,de un pueblo que aún no ha roto sus cadenas…”
América//Nino Bravo
Los hombres de El Dorado
Eduardo Posada
Por Eskupa
Refieren muchos historiadores la especial forma de combate que preferían los Muiscas, el pueblo precolombino más organizado del territorio que hoy es Colombia, para dirimir sus enfrentamientos entre vecinos. Incluso algunas de sus guerras fatricidas más grandes (que también las había) no llegaron al baño de sangre, supuestamente inevitable, gracias a esta práctica incomprendida por los españoles pero temida por las tribus más feroces de las tierras más bajas. La “grita”.
Con sólo demostrar la capacidad de aguante de su aliento, y permitir calcular al enemigo el número de voces que poseía su ejército, los Muiscas lograban disuadir a quienes los enfrentaban, de buscarle males al cuerpo.
El caso con los europeos fue diferente. Ignorantes de cálculos y desesperados por obtener riqueza; los chapetones armados de perros de guerra, pólvora y caballos cargaron contra las huestes Muiscas. Pero sobre todo, del arma más temible que traían, la codicia. Los Muiscas confundieron esta ignorancia atrevida con valentía, y esas cabalgaduras y rostros barbados con monstruos y demonios. Nos vencieron.
Cuando era apenas un niño, visité por primera vez el Pascual, en un clásico de por allá de principios del 80. Mi corazón ya era escarlata, y mis ojos nunca habían visto (o por lo menos no lo recordaban) al equipo jugar en carne y hueso. Pero lo que mas me impactó de aquella tarde inolvidable, fue escuchar por primera vez a miles de personas corear:“¡América, América!”
Es un sonido difícil de describir; a pesar de parecer unísono, pues todas las voces tratan de coincidir en tiempo y volumen, se sabe que son miles…decenas de miles de voces. Y es especial descubrir, como yo lo hice, que una pequeña e insignificante voz desafinada e infantil como la mía, sumada a la gran tromba de norte (en aquella vez), daba potencia a un entonado “¡Dale Rrrrooooooojooo…!”
Tenían que ser muy brutos y enceguecidos los pobres ciento y pico de españoles, para no temer el rugir de 170.000 hombres que bramaban en la víspera de su llegada a la sabana de Bacatá.
Años después regreso del servicio militar, y me encuentro con un puñado de locos, sobrevivientes de La Furia, que no necesitaban en principio de un bombo para hacerse oír. Cantábamos lo que la doce y los de abajo inventaban, adaptando los nombres de nuestros amores y odios, y poniéndole un poco del swing que ya era típico de norte. Los cantos se hacían cada vez más propios, y se inventaban algunos nuevos con los ritmos del punkrock y el ska del sur.
Para entonces, los rivales de patio no tenían voz, al menos nada que valiera la pena, o que alcanzáramos a escuchar desde su natal oriental. El público de ambas escuadras, reconoció la fuerza de esta nueva forma de aliento, y el Barón (aún novato para entonces) se ganó el respeto de todos. O de casi todos.
Sólo un puñado de ignorantes y de codiciosos podría, cambiando su respeto en miedo, intentar la absurda campaña de enfrentarse a esa voz con violencia.
Fue así como después de un clásico, esperando en la puerta vehicular de sur a que saliera el bus del equipo victorioso, que conocimos la violencia entre barras; cuando una facción de ilusos desesperados pretendió apedrear la inspiración de nuestros cantos y a nosotros de paso. El saldo obviamente, fue una manada de locas corriendo despavoridas ante el contraataque escarlata, y un enfrentamiento más con los otros verdes tráfugas y vendidos de casco y caballo. Nosotros ya sabíamos que los caballos y los tombos no son un solo cuerpo. Los Resistimos.
Mucho tiempo ha pasado. Muchos cantos nuevos se han creado, últimamente de total inspiración Americana. La fiesta cada vez es más grande, e incluye toda una banda sonora de 105 minutos y más. Los pulmones y gargantas no se han callado, ni ante las derrotas, ni en las tierras extrañas. Ni ante los gases lacrimógenos, ni ante las crisis totales.
Aún algunos desesperados buscan infructuosamente, derrotar con violencia lo que no pueden vencer con el aliento. ¿Hasta cuándo entenderán que basta con escuchar para saber que pierden? ¿Cuándo entenderemos al escucharnos, que somos más que garrotes, perros, caballos y pólvora? Los Venceremos.
“…Cantos de guerra y paz,de un pueblo que aún no ha roto sus cadenas…”
América//Nino Bravo
EL MÍTICO PASCUAL
“Algunos creen que el fútbol
es una cuestión de vida o muerte.
Lamento mucho esta opinión:
les puedo asegurar que es
mucho más importante que eso”.
Shankly.
Y aquí estoy otra vez, cumpliendo el ritual: camiseta roja, de pie, con los dedos aferrados a la malla y los ojos fijos en la cancha. Ya no puedo ver un partido de fútbol de otra manera. Con el tiempo he aprendido a moverme en este Territorio Apache; he aprendido, entre otras cosas, a sortear las avalanchas humanas y a esquivar los violentos bolillos de los tombos.
Hoy el cielo está despejado y la luz solar hace que todo se vea más nítido. Esta tarde me recuerda la primera vez, cuando junto con mi abuelo visité el Estadio Olímpico Pascual Guerrero. En aquella oportunidad el América enfrentó a Millonarios (lo sé porque en mi memoria quedaron los colores). Debo confesar que a esa temprana edad el fútbol no era para mí la pasión que es hoy, y lo que más me atrajo fue el aspecto de la edificación en la que me encontraba. En mi mente infantil la enorme armazón de concreto semejaba a una nave espacial, que yo quería recorrer de palmo a palmo.
En uno de los barrios más tradicionales de Santiago de Cali, en el barrio San Fernando, se erige el escenario deportivo con más historia en Colombia. El estadio que lleva el nombre de un prestante poeta de la comarca vallecaucana, ha sido testigo de veinte vueltas olímpicas del rentado nacional, de seis finales de Copa Libertadores, de una final de Copa Merconorte, fue la sede principal de los Juegos Panamericanos en 1971 y de los I Juegos del Pacífico en 1996, en la Copa América de fútbol realizada en Colombia fue la casa del grupo más disputado; en él se han presentado algunos de los músicos más importantes del mundo como la Fania All Stars, El Gran Combo, Gustavo Cerati, Fito Páez, Gloria Stefan y su pasto ha sido pisado por algunos de los futbolistas más connotados del orbe. Ahora este mítico templo es para mí, como mi casa. Es el espacio donde me encuentro con mis amigos, con mi equipo y conmigo mismo.
Desde aquella primera vez este escenario ha sidotestigo de muchas de mis grandes alegrías y dealgunas de mis tristezas más profundas. Fue en este césped donde aprendí sobre el fútbol, viendo a La Mecha enfrentarse a equipos con figuras tan renombradas como Junior, Francescoli, Romario, Crespo, Tevez o Robinho.
Ningún otro estadio en Colombia tiene el estatus de mítico que le da al Pascual su historia y la importancia de los partidos aquí disputados.
Por eso para mí la cita futbolera en el Sanfernandino es motivo de orgullo. No concebiría que mi equipo fuese local en otra cancha.
Seguramente las mentes burguesas preferirán escenarios más lujosos y confortables. Pero conocedor como soy de la mentalidad del americano de raza, sé que nosotros preferiremos un estadio como éste, que muestre sus cicatrices con orgullo (como guerrero de mil batallas que es) y que meta miedo al rival de turno de Los Diablos Rojos con su sola presencia.
Así, con esta malla adherida a mis dedos -como una extensión de ellos-, con Cristo Rey y Las Tres Cruces como telón de fondo y con la brisa que baja de Los Farallones, así quiero terminar mis días, gozando y sufriendo por mi equipo amado.Porque las tribunas del Pascual componen el marco perfecto para ese lienzo de césped sobre el cual, en muchas jornadas, los Diablos Rojos trazan efímeras e intangibles obras colosales que perdurarán en nuestra memoria; y con los cantos hipnóticos y gritos de gol que se escuchan a cientos de metros de distancia de la cancha, el estadio se constituye en una caja de resonancia desde el que brotan sonidos pasionales, sonidos del corazón.
Estadio: Olímpico Pascual Guerrero
Ciudad: Santiago de Cali
Inauguración: 20 de julio de 1937.
Cancha: 110 metros de largo x 68 de ancho.Capacidad: 45 mil personas
es una cuestión de vida o muerte.
Lamento mucho esta opinión:
les puedo asegurar que es
mucho más importante que eso”.
Shankly.
Y aquí estoy otra vez, cumpliendo el ritual: camiseta roja, de pie, con los dedos aferrados a la malla y los ojos fijos en la cancha. Ya no puedo ver un partido de fútbol de otra manera. Con el tiempo he aprendido a moverme en este Territorio Apache; he aprendido, entre otras cosas, a sortear las avalanchas humanas y a esquivar los violentos bolillos de los tombos.
Hoy el cielo está despejado y la luz solar hace que todo se vea más nítido. Esta tarde me recuerda la primera vez, cuando junto con mi abuelo visité el Estadio Olímpico Pascual Guerrero. En aquella oportunidad el América enfrentó a Millonarios (lo sé porque en mi memoria quedaron los colores). Debo confesar que a esa temprana edad el fútbol no era para mí la pasión que es hoy, y lo que más me atrajo fue el aspecto de la edificación en la que me encontraba. En mi mente infantil la enorme armazón de concreto semejaba a una nave espacial, que yo quería recorrer de palmo a palmo.
En uno de los barrios más tradicionales de Santiago de Cali, en el barrio San Fernando, se erige el escenario deportivo con más historia en Colombia. El estadio que lleva el nombre de un prestante poeta de la comarca vallecaucana, ha sido testigo de veinte vueltas olímpicas del rentado nacional, de seis finales de Copa Libertadores, de una final de Copa Merconorte, fue la sede principal de los Juegos Panamericanos en 1971 y de los I Juegos del Pacífico en 1996, en la Copa América de fútbol realizada en Colombia fue la casa del grupo más disputado; en él se han presentado algunos de los músicos más importantes del mundo como la Fania All Stars, El Gran Combo, Gustavo Cerati, Fito Páez, Gloria Stefan y su pasto ha sido pisado por algunos de los futbolistas más connotados del orbe. Ahora este mítico templo es para mí, como mi casa. Es el espacio donde me encuentro con mis amigos, con mi equipo y conmigo mismo.
Desde aquella primera vez este escenario ha sidotestigo de muchas de mis grandes alegrías y dealgunas de mis tristezas más profundas. Fue en este césped donde aprendí sobre el fútbol, viendo a La Mecha enfrentarse a equipos con figuras tan renombradas como Junior, Francescoli, Romario, Crespo, Tevez o Robinho.
Ningún otro estadio en Colombia tiene el estatus de mítico que le da al Pascual su historia y la importancia de los partidos aquí disputados.
Por eso para mí la cita futbolera en el Sanfernandino es motivo de orgullo. No concebiría que mi equipo fuese local en otra cancha.
Seguramente las mentes burguesas preferirán escenarios más lujosos y confortables. Pero conocedor como soy de la mentalidad del americano de raza, sé que nosotros preferiremos un estadio como éste, que muestre sus cicatrices con orgullo (como guerrero de mil batallas que es) y que meta miedo al rival de turno de Los Diablos Rojos con su sola presencia.
Así, con esta malla adherida a mis dedos -como una extensión de ellos-, con Cristo Rey y Las Tres Cruces como telón de fondo y con la brisa que baja de Los Farallones, así quiero terminar mis días, gozando y sufriendo por mi equipo amado.Porque las tribunas del Pascual componen el marco perfecto para ese lienzo de césped sobre el cual, en muchas jornadas, los Diablos Rojos trazan efímeras e intangibles obras colosales que perdurarán en nuestra memoria; y con los cantos hipnóticos y gritos de gol que se escuchan a cientos de metros de distancia de la cancha, el estadio se constituye en una caja de resonancia desde el que brotan sonidos pasionales, sonidos del corazón.
Estadio: Olímpico Pascual Guerrero
Ciudad: Santiago de Cali
Inauguración: 20 de julio de 1937.
Cancha: 110 metros de largo x 68 de ancho.Capacidad: 45 mil personas
HISTORIA DE UN CANTO LIBERTARIO.
Por Trauma Hugo Caicedo T.H.C
“ Desde chiquito yo te vengo a ver , y me persigue la policía...... No se hasta cuando me van a joder , no se dan cuenta que vos sos mi vida ... Ese canto ya se escuchaba en la tribuna sur, ese era el que representa la libertad. El que reclama el espacio que nos pertenece en la cancha y que fuimos ganando a punta de bolillo, era mi himno, y la policía me seguía por todo Colombia y solo por ser feliz, libre y americano. Ellos, los orcos no quieren vernos así, les disgusta la gente libertaria y ver como cada día somos más y mejores a pesar de las adversidades que nos persiguen. Ellos y nosotros somos distintos, persiguen tu sueño, tu vida, y tu razón de ser y nunca van a dejar de acosarte. Para ellos, uno es el desquite de toda la represión a la que son sometidos todas las semanas, pero ellos nunca se daran cuenta que: Vos sos mi vida, vamos mechita hay que poner más huevooos que esta hinchada, quiere salir campeóooon de nuevo”
EL FANÁTICO EDICIÓN CANTOS
Cuando los budistas tibetanos recitan sus mantras pretenden conseguir un logro trascendente. Cada palabra, cada sílaba, trae (según ellos) una vibración benéfica, un resultado esperado.
Para nosotros, los seguidores del Rojo de Cali, la palabra A-MÉ-RI-CA representa el principio primigenio de nuestro universo futbolero. Siempre ha sido de esta manera, así lo fue para aquellos seguidores que en cada fecha se subían a los árboles de guásimo a gritar: América, América!, y así lo es para quienes hoy en las tribunas populares de toda Colombia, cantamos hasta la afonía decenas de temas dedicados a nuestra institución.
Y no podía ser de otra manera. La palabra América por sí misma tiene una musicalidad propia; refiere a un continente nuevo, joven y lleno de esperanza.
En esta edición visibilizamos la esencia y mística del Barón Rojo Sur, el aguante como práctica de resistencia cultural, pues es así como desahogamos nuestros sentimientos, lo que la gente le transmite a los jugadores para animarlos y hacerles saber que ahí en las graderías está el respaldo, está el peso de la camiseta que llevan para salir a dejarlo todo en la cancha, pese a que muchas veces un jugador no está en sus mejores condiciones futbolísticas, o por falta de concentración en ese momento, la presión de la fanaticada es oportuna, obliga y expresa que hay que ganar y romperse el alma. En muchas ocasiones el equipo triunfador fue el que más hinchada llevó y porque también su gente fue la que canta más duro y ejerció mas presión sobre el partido y al final la hinchada se llevará los tres puntos, un empate o ya sea un gol o también puede llegar a ser el título, un justo premio por trabajar desde la tribuna con gritos y cánticos de lucha, porque alentar también es un trabajo dentro del partido y como todo trabajo tiene su forma de pagarse. Si se canta con alegría y con ganas se sale adelante, si se alienta con desmotivación y sin ganas se puede perder, por eso la intención de nosotros como barra es ir mas allá de los resultados, opacar a nuestros rivales con nuestras gargantas y que la gente de la tribu BRS, y demás fanaticada Americana tenga conciencia de la responsabilidad y la importancia que tenemos todos sin excepción en todos los partidos de la mechita, sea visitante o local, amistoso o por la copa, y que nos demos cuenta que el premio será que dejamos el corazón en la tribuna;entonces el viento lo esparcirá sobre todo el estadio dejando en claro que nuestra mayor virtud y fortaleza: es el aliento y los cantos de amor desmesurado hacia nuestro amado equipo.
Desde este espacio queremos alentar a todas las voces de la Nación Escarlata para que sigamos cantando juntos, para que nos mantengamos firmes, con las banderas en alto y sobre todo para que nuestros himnos sigan siendo el soporte vital del alma americana.
Para nosotros, los seguidores del Rojo de Cali, la palabra A-MÉ-RI-CA representa el principio primigenio de nuestro universo futbolero. Siempre ha sido de esta manera, así lo fue para aquellos seguidores que en cada fecha se subían a los árboles de guásimo a gritar: América, América!, y así lo es para quienes hoy en las tribunas populares de toda Colombia, cantamos hasta la afonía decenas de temas dedicados a nuestra institución.
Y no podía ser de otra manera. La palabra América por sí misma tiene una musicalidad propia; refiere a un continente nuevo, joven y lleno de esperanza.
En esta edición visibilizamos la esencia y mística del Barón Rojo Sur, el aguante como práctica de resistencia cultural, pues es así como desahogamos nuestros sentimientos, lo que la gente le transmite a los jugadores para animarlos y hacerles saber que ahí en las graderías está el respaldo, está el peso de la camiseta que llevan para salir a dejarlo todo en la cancha, pese a que muchas veces un jugador no está en sus mejores condiciones futbolísticas, o por falta de concentración en ese momento, la presión de la fanaticada es oportuna, obliga y expresa que hay que ganar y romperse el alma. En muchas ocasiones el equipo triunfador fue el que más hinchada llevó y porque también su gente fue la que canta más duro y ejerció mas presión sobre el partido y al final la hinchada se llevará los tres puntos, un empate o ya sea un gol o también puede llegar a ser el título, un justo premio por trabajar desde la tribuna con gritos y cánticos de lucha, porque alentar también es un trabajo dentro del partido y como todo trabajo tiene su forma de pagarse. Si se canta con alegría y con ganas se sale adelante, si se alienta con desmotivación y sin ganas se puede perder, por eso la intención de nosotros como barra es ir mas allá de los resultados, opacar a nuestros rivales con nuestras gargantas y que la gente de la tribu BRS, y demás fanaticada Americana tenga conciencia de la responsabilidad y la importancia que tenemos todos sin excepción en todos los partidos de la mechita, sea visitante o local, amistoso o por la copa, y que nos demos cuenta que el premio será que dejamos el corazón en la tribuna;entonces el viento lo esparcirá sobre todo el estadio dejando en claro que nuestra mayor virtud y fortaleza: es el aliento y los cantos de amor desmesurado hacia nuestro amado equipo.
Desde este espacio queremos alentar a todas las voces de la Nación Escarlata para que sigamos cantando juntos, para que nos mantengamos firmes, con las banderas en alto y sobre todo para que nuestros himnos sigan siendo el soporte vital del alma americana.
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